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El deporte en general y el fútbol en particular constituyen una herramienta clave para abordar la amenaza climática, impulsando un cambio de comportamiento a nivel práctico y cultural. El fútbol, como ninguna otra industria o sector económico, es capaz de movilizar a instituciones y poderes nacionales e internacionales, de involucrar a los deportistas referencias simbólicas, sociales y mediáticas), de llegar muy fácilmente a millones de personas en todo el mundo que adoran el fútbol (cada vez más preocupados por su entorno), pero también de acercarse y poder mostrar su vertiente más comprometida, con todas aquellas personas a los que les resulta indiferente, o incluso muestran su rechazo con algunas noticias generadas por el fútbol.
No obstante, existe un déficit que el deporte y el fútbol deben suplir en materia de transición ecológica. Para ello, es preciso promover su cultural ambiental, desde el énfasis en el desempeño y reporte ambientales.