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JUE 07.12.2017
Viajar, menudo placer. Descubrir lugares nuevos y culturas diferentes. Experimentar sensaciones y estar presente en lugares que no creeríamos ver jamás. Estar frente a un monumento famoso, o rodeado de personas diferentes físicamente con un lenguaje radicalmente distinto.
Imaginémonos que hemos cogido un avión, hemos surcado el cielo durante unas 30 horas en total para llegar a un lugar paradisiaco, véase Tailandia. Tienes todo a tu alcance pero falta algo: juega tu equipo y como aficionado incondicional debes seguirlo desde la distancia. Ahora, ¿y si encontramos a alguien en ese lugar tan recóndito del planeta que siente nuestra misma pasión?, ¿no sería algo increíble para compartir?
Esto es lo que le pasó a un peñista valencianista de Viachers en su singular viaje por la costa tailandesa. Decidió entrar en un bar con Wi-Fi para poder ver un partido contra el Córdoba CF, y allí encontró al camarero que, a pesar de ser nativo de la localidad en la que se encontraba, era aficionado al Valencia CF desde la distancia.
Y es que el fútbol cruza fronteras y se adentra en los corazones de incluso quienes viven en la otra punta del mundo y no tienen ningún punto de conexión con sus clubes.
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