"Luis Enrique era un niño sencillo al que no se le ponía nada por delante"

Cuando llegó a Mareo con once años, ninguno de los entrenadores que allí trabajábamos podíamos imaginarnos todo lo que Luis Enrique tenía por delante. Él tampoco se lo imaginaba. Era un crío como todos los chavales de aquella época: sencillo, siempre alegre y con mucha curiosidad por lo que pasaba alrededor.

Pero si hay algo que recuerdo por encima de todo son sus ganas locas por formarse como futbolista y llegar a ser un jugador del primer equipo. Ese era su sueño. Nada se le ponía por delante.

Lo único que le penalizó cuando era cadete fue su físico. Recuerdo que era un chico muy delgado, con unas piernas muy finas y, al final, otros más fuertes y corpulentos que él terminaron jugando siempre por delante. Aunque eso tampoco le salió del todo mal.

Se fue a La Braña para curtirse y después volvió al Sporting de Gijón Atlético, donde yo mismo entrenaba. Estaba agradecido y tenía más ganas incluso de triunfar. Después, Ciriaco Cano le ascendió al primer equipo cuando tenía apenas 19 años y de ahí, fue lanzado.

Siempre fue de la mano de Abelardo. Siempre iban juntos. Fueran donde fueran. No se separaban. Llegaron casi a la vez a Mareo y a la vez se fueron para intentar triunfar fuera. Luego, los dos regresaron de nuevo y consiguieron hacer realidad su sueño. Su fuerza mental y su empeño por el trabajo les llevaron a ser figuras del fútbol. Y de aquí salió también una gran generación de futbolistas como Juanele o Ablanedo, que fueron incluso internacionales con España.

Cuando era joven nunca se planteó ser entrenador, pero su profesionalidad y las circunstancias de la vida le han llevado a ser lo que hoy es. Ahora, echando la vista atrás, para nosotros, es un orgullo y una suerte haber disfrutado tantos años del Luis Enrique jugador y hacerlo ahora también del Luis Enrique entrenador. Hoy, todo Gijón estará pendiente de un partido especial.